Con el lema «Levántate, toma al Niño y a su madre…», orden que el Ángel dio a José, el considerado papá de Jesús en la tierra, se realizó la fiesta patronal de la localidad de Santa Ana, mamá de la Virgen María y abuela del mismo Jesús, cuya misa central la presidió el obispo auxiliar de la Arquidiócesis, José Adolfo Larregain, quien resaltó la necesidad de cuidar a los abuelos, que por eso mismo se celebró también ayer su día, además de referirse a la Semana Continental de las Semillas Nativas y Criollas, como se amplía en la página siguiente.
Como toda celebración, también aquí estuvo signada por el Año de San José que proclamó el Papa para toda la Iglesia en el mundo, tal como lo acuñó ese lema de los festejos patronales, período que comenzó el 8 de Diciembre del año pasado y concluirá en la misma fecha del actual.
En la homilía para la fiesta de Santa Ana y San Joaquín, tal como lo establece el calendario del santoral, el Obispo dijo que «en este día saludamos muy especialmente a los abuelos en su día», al recordar además que este Domingo «celebramos la Primer Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, instituida por el Papa Francisco en el domingo próximo a la fiesta» de los abuelos de Jesús, de quienes sostuvo que «fueron personas de profunda fe y confianza en las promesas de Dios. Ambos educaron a su hija María en la fe del Pueblo de Israel, alimentando en Ella el amor hacia el Creador y preparándola para su misión: ser la madre del Hijo de Dios».
Luego comentó el relato de una tradición, en la que se dice que los vecinos de Joaquín (cuyo nombre en hebreo significa: «Yavé construirá o edificará») se burlaban de él porque no tenía hijos, siendo apartado de la comunidad, por lo cual su vida como la de Ana (cuyo nombre significa en hebreo «gracia») era considerada inútil, hasta que finalmente y a su debido tiempo nació María, quien sería la Madre de Jesús. «La plenitud de la esperanza de estos abuelos se dará en el nieto: Jesús», remarcó monseñor Larregain.
Aquí recordó que «el Papa emérito Benedicto XVI, un día como hoy, en el año 2009, resaltaba, a través de las figuras de Joaquín y Ana, la importancia del rol educativo de los abuelos dentro de la familia, diciendo que los abuelos ‘son depositarios y con frecuencia testimonio de los valores fundamentales de la vida’. El Papa Francisco, con ocasión de esta Fiesta, celebrada en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud Río 2013, destacaba que ‘los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido la fe y el amor de Dios, en el calor de la familia, hasta María, que acogió en su seno al Hijo de Dios, lo dio al mundo y nos los ha dado a nosotros. ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!'».
«Joaquín y Ana vieron el inicio del cumplimiento de los tiempos mesiánicos que estaban aguardando desde siglos. En ellos se da la espiritualidad de los pobres de Yavé: profundo espíritu de piedad, adoración, confianza, amor a su pueblo, humildad, sentido social y amor a los pobres», sentenció el Pastor que ayuda en el pastoreo arquidiocesano al arzobispo, Andrés Stanovnik.
Seguidamente, entre otras consideraciones referentes a la Semana de las Semillas que se mencionó antes, manifestó que «le damos gracias a Dios por los abuelos y pedimos por ellos. Son nuestras raíces, los que han realizado en nosotros la siembra de bien, verdad, fe, compromiso, solidaridad, justicia, etcétera».
LA SIEMBRA, PESE AL MALTRATO A LA NATURALEZA
SANTA ANA DE LOS GUÁCARAS. Respecto a que en Santa Ana y San Joaquín se da la espiritualidad de los pobres de Yavé, el obispo auxiliar de la Arquidiócesis, José Adolfo Larregain, en la homilía abordó en ese mismo sentido a las familias campesinas por la Semana Continental de las Semillas Nativas y Criollas,
«Por otro lado y relacionado con la confianza de los humildes, las familias campesinas en varias regiones de nuestro continente comienzan para esta fecha el comienzo de la siembra: la época de la multiplicación de la vida. El día de Santa Ana está marcando así el inicio de la siembra, porque se supone que finaliza el tiempo de las grandes heladas. Aunque el maltrato de los hombres a la naturaleza ha provocado cambios en el clima y las estaciones se entremezclan, la costumbre se mantiene. Estas fechas pueden cambiar de acuerdo a diferentes lugares, climas, culturas, pero el espíritu es el mismo», puntualizó para agregar que, como se publica en la página siguiente, en el rito de la bendición de las semillas «se realiza el reconocimiento a los pueblos por ser parte de la naturaleza. Esta fecha con el gesto de la bendición, nos hace tomar conciencia sobre la profunda relación semilla-tierra. De este modo, se da inicio a la Semana continental que como todas las fechas que celebran los pueblos, tienen en su espíritu luchas, fatigas, dolores, gozos, alegrías, sueños, metas y logros a alcanzar.
Le pedimos al Señor, nos conceda siempre esperanza y confianza. Él fecunda y otorga sentido a nuestras vidas», aseguró.