El gobernador del primer Estado argentino, Axel Kicillof tiende a convertirse en la cara visible de la resistencia K con vistas a 2027, donde el kirchnerismo se quedó sin jugadores. No fue poca cosa que haya podido reunir en una mesa a quienes hasta ayer lo resistían.
En los hechos, a Axel no le queda otra cosa que apuntar al premio mayor. Sin reelección posible, sería ahora o nunca. No parece dispuesto a dejar pasar el tren luego de acomodar las calchas, al menos en el primer distrito electoral que, si bien es el más importante en términos electorales, no es menos cierto que tiende a acentuarse una cierta desconfianza no sólo en el PJ, sino en el arco político del país a los candidatos del Amba, entendiéndose por tales no sólo a la Ciudad Autónoma, sino a los de la provincia de Buenos Aires.
La gráfica muestra una incipiente polarización electoral entre Kicillof y el candidato que represente el cambio, sea el propio Milei -si lograra afianzarse- o alguna expresión de las otras conocidas, del PRO, de la UCR o del mismísimo peronismo cordobés. Este último espacio ha logrado una notable revalorización al romper la natural indiferencia del cuerpo electoral de la Nación, más para figuras de la históricamente gravitante provincia mediterránea que en 2015 hizo perder al kirchnerismo, como en 2023. Fueron siempre los cinco que faltaron para el peso. Una incidencia determinante que tuvo su correlato en la impresionante ofensiva anti K en el Senado de la Nación. Allí, aprovechando la falta de estrategia y operadores calificados, le propinó una inesperada derrota por 39 votos contra 33 que fue mucho más allá de la pérdida de la Presidencia Provisional, sino que se extendió a las dos secretarías estratégicas, como la Administrativa y la Parlamentaria. Se extendió a la conformación de las comisiones, con lo cual, luego de cuatro décadas, se perdió el control del Senado que históricamente incidió en la definición de acuerdos en la Justicia.
La actual relación de fuerzas favorece al espectro anti K, incluso en la integración de la comisión que analizará el DNU, donde tendrá cinco miembros contra tres del kirchnerismo. Entre ellos estará el chaqueño ucerreísta, Víctor Zimmerman y el correntino, Camau Espínola, que juega en la escuadra del cordobesismo. También estaría el legendario senador salteño, Juan Carlos Romero entre los cinco de una mayoría dispuesta a avalar un DNU controversial que, para su validez, necesita que al menos una de las dos cámaras lo apruebe.
Esta derrota pudo haber sido evitada si el senador, José Mayans no hubiera tensado la cuerda y se hubiera impuesto en el bloque la posición de Cristina que, avalando el hecho que los libertarios pusieran la Presidencia y las dos comisiones del cuerpo, se abriera una negociación que permitiría una participación más equilibrada en el resto de los espacios de análisis que son la llave de funcionamiento de la Cámara, llave que, contra todos los pronósticos, perdió el PJ, aunque teniendo el bloque mayoritario con 33 senadores.
Está claro que se jugó a todo o nada y que, al polarizarse frente a la ofensiva del sector mayoritario del bloque del PJ, se facilitó una conjunción del resto de la Cámara que parecía impensada.
¿Y EL PJ NACIONAL?
La movida en el PJ bonaerense genera, quizás anticipadamente, una reacción lógica del resto del arco electoral. Quizás haya sido alertar antes de tiempo, algo en lo que se nota la falta de conducción política del peronismo a escala nacional, donde desde hace tiempo Alberto no hace ni deja hacer, oficiando de tapón que impide un debate amplio puertas adentro que, luego de la derrota, haga una autocrítica y redefina el futuro de un partido en el que la conducción nacional carece de legitimidad y se peca de falta de un funcionamiento orgánico como supo existir décadas atrás.
Kicillof, una puesta fuerte
El Gobernador de Buenos Aires acumula logros. Supo consolidar su candidatura superando el fuego amigo dentro del PJ y pudo ser validado por el voto mayoritario de los bonaerenses.
Con todo, de acá a 2027 tiene como asignaturas pendientes el extender el consenso al resto del peronismo del país, a la vez que superar el natural agobio financiero de la Provincia que tiene la espada de Damocles del propio Milei, que ha limitado la transferencia discrecional que supo tener durante su primera gestión.
A ello debe sumarse la histórica dificultad que ningún candidato de Buenos Aires pudo superar, de convertirse en Presidente de la República.
El sistema electoral, todo un desafío
No es un hecho menor, tampoco, el cuello de botella que impone el sistema de doble vuelta, que no existe en la Provincia de Buenos Aires, pero sí en el orden nacional.
Esta circunstancia obliga a que Kicillof deba quemar las naves para imponerse en primera vuelta. Su perfil, en un balotaje, no parece ayudarlo.
Habrá que ver qué queda de la gestión de Milei y cómo se ordena frente a ello el espectro anti K, cosa difícil de prever frente a la lucha de egos que se ha visto en 2023.
En definitiva, todo está por verse. Por ahora, podría decirse sí que el peronismo bonaerense ha puesto en la cancha a su jugador en búsqueda de consenso en el resto del PJ.
Algunos creen que el Gobernador del primer Estado argentino apuntará a quedarse con la Presidencia del PJ Nacional, lo cual resulta lo más probable.
Está claro que Alberto -como Presidente- y Cafiero -como secretario general- tienen comprado el boleto de salida y no en mucho tiempo.
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