En algunas ocasiones por fechas de referencia o por situaciones personales, nos dedicamos a destacar la inconmensurable misión de quienes son emblema de entrega a los demás, es decir, los profesionales y agentes de todo el sistema de salud, tanto en lo público como en lo privado.
Y esta vez, bien amerita reiterar esos conceptos ya que precedieron a esta publicación fechas especiales, como fueron el Día del Jubileo de los Enfermos que la Iglesia Católica celebró el domingo 6 de abril por el Año Jubilar de la Esperanza que transcurre, en cuya misa en la plaza de San Pedro del Vaticano apareció sorpresivamente uno de los enfermos, el propio Papa Francisco, en convalecencia de una neumonía bilateral, quien su mensaje del Ángelus de esa jornada, tuvo palabras que valen la pena recordar en esta ocasión.
Otras fechas óptimas para reafirmar las consideraciones de aquellas publicaciones son el Día Mundial de la Salud que se conmemoró el lunes 7 de abril y recién, el 13 de abril, este domingo, cuando en el país se celebra el Día del Kinesiólogo.
Vale pues, entonces, brindar una vez más a todos los trabajadores de la sanidad el reconocimiento y el agradecimiento perenne por tanto amor y entrega en la atención que prestan a los que sufren por alguna patología. Aquí no habrá que olvidar lo que siempre apuntamos, como en la edición de EL LIBERTADOR del martes 3 de diciembre de 2024, en el Día del Médico: «…En los asientos, en tanto, los rostros de muchos en busca de sanación para sus cuerpos a la espera del llamado para la atención del médico. Del médico, sí, de un ser humano que está para ayudar más allá de sus propios problemas; porque tiene su familia, sus dificultades personales y de seguro, sus angustias. ¡No son robots, son personas que padecen lo mismo que los demás o se alegran como todos los demás! Y allí están, pese a todo contratiempo particular, para salvar vidas, para sanar».
La afirmación es para los médicos todos y de igual manera para los que, en uno u otro rol, son como ángeles de la guarda de todo paciente, como los kinesiólogos, los enfermeros, entre otros.
Precisamente, para algunos de ellos sea la gratitud por haber tenido personalmente su atención tan afectuosa y profesional en una internación el 24 de febrero pasado para una nueva cirugía de cadera en el hospital Vidal. Para ellos, que tienen rostro y nombre y que de seguro cargan sobre sí las vicisitudes de la vida, pero que en su gravitante labor las dejan de lado para abocarse de pleno al doliente que los necesita: Axel Güerí, Lara Ibarra, Andrea Molina, Sandra Bartoluci, Nahir Güerí, Edgardo Gómez y también para quienes se preparan para asumir tamaña misión y estuvieron allí, en la sala de Quirúrgica 1, Nicolás Cañete y Jésica Benítez.
Es en este contexto que merece recordarse el mensaje del Papa, a quien el Jubileo de los Enfermos del domingo 6 de abril y el Mundo de la Salud del lunes 7, lo coloca en una posición de particular empatía, dada la convalecencia que está viviendo tras una prolongada estancia hospitalaria por una neumonía bilateral.
En el texto del Ángelus de ese domingo, el Pontífice convaleciente dijo experimentar la «caricia solidaria de Dios». «Le pido al Señor que este toque de su amor llegue a los que sufren y anime a los que cuidan de ellos. Y rezo por los médicos, enfermeros y trabajadores sanitarios, que no siempre tienen las condiciones adecuadas para trabajar y, a veces, incluso son víctimas de agresiones. Su misión no es fácil y debe ser apoyada y respetada. Espero que se inviertan los recursos necesarios para la atención y la investigación, para que los sistemas sanitarios sean inclusivos y atiendan a los más frágiles y pobres».
Tras esas palabras, no hacen falta más.
Eduardo Hernández, Comunicador Social,
diario EL LIBERTADOR.