La semilla del Festival Regional de Cine Rural fue plantada hace 10 años por el comunicador René Oviedo. Su fallecimiento sembró en esa misma tierra fecunda, la duda de si tal iniciativa podría continuar, pero siendo retoño que creció con raíces fuertes, abrió sus ramas a todas las personas, escuelas, instituciones y municipios que le dieron el impulso necesario para seguir extendiéndose.
Uno de los pioneros de esta propuesta, Sebastián «Chapu» Toba describió como «revolucionaria» esta iniciativa del comunicador del Inta «de poner una pantalla gigante de cine ante pibes de escuelas rurales», en un galpón de máquinas, en un campo de Bella Vista.
Y como una pantalla gigante no bastaba para ser un hecho revolucionario, el cineasta apuntó a una segunda instancia, en la que se esperaba que «empiecen a contar sus propias historias y agarren una cámara».
JÓVENES EN
MOVIMIENTO
En el marco del ciclo Ventana de Festivales, EL LIBERTADOR acompañó el lanzamiento de esta edición que celebra diez años de dedicar la pantalla grande al relato de historias que surgen desde la ruralidad, producidas y protagonizadas por jóvenes de las comunidades educativas de este ámbito.
A partir de las herramientas audiovisuales que se dan en el campamento «Chákemitârusu oku’e» (Ojo, jóvenes en movimiento), que a lo largo de los años se adaptó a los distintos formatos -presencial, virtual o híbrido-, filman sus propuestas, que finalmente se proyectan en este espacio único en la región.
«¿Con qué nos encontramos? Con jóvenes en el medio rural que, al plantear su cortometraje, trataban temas como soberanía alimentaria, la vivencia, la expresión de vida comunitaria», compartió la docente jubilada Alicia Canteros.
«También a pedido de los jóvenes, que se extendiera por fuera de Bella Vista. Surge así la posibilidad de la itinerancia», recordó.
Esta nueva edición contará con dos días de proyecciones. El primero es hoy en el Inta EEA Bella Vista, por ruta 27 a la altura del kilómetro 38.3, un espacio donde este festival se consagró. El segundo será el jueves 15 en Caá Catí, ciudad que se posiciona como meca audiovisual de la Provincia.
SER MONTE
«Mi causa son los jóvenes rurales», manifestó Alicia, al ser consultada sobre las causas que movilizan a participar de esta iniciativa.
«Es lo que abracé durante los 32 años de mi profesión y, ahora, mucho más involucrada desde el cine como docente pasiva. Siempre trabajé en proyectos con los jóvenes y este, cuando René lo planteó, me pareció el mejor desafío que sean ellos quienes visibilicen toda la trama de la vida en el campo», resaltó.
Por su parte, «Chapu» Toba comentó: «El cine para mí es la transformación social, el compromiso con la comunidad, brindar un arte alternativo a las capitales hegemónicas. Poner la mirada en el campo, en los jóvenes, eso fue lo que nos convocó. Y el proyecto trascendió a la persona».
Para «Pache», en cambio, su causa se resume en una única palabra: amistad.
«Fue la amistad con René lo que a mí me llevó y me acercó a esto. Luego, encontrar un grupo de amigos. Yo lo voy a nombrar mucho a René, porque fue un hermano para mí. Lo conocí acá, porque yo no soy de acá, todos los problemas tengo», bromeó el cordobés.
«Esa amistad, en la ausencia de René, perduró», expresó.
Perduró en forma de cine, en forma de amistad entre jóvenes que deciden contar sus vivencias con una cámara, en el vínculo que se estrecha entre escuelas, instituciones, comunidades rurales, en relatos que se cuentan desde la humildad de ser sincero, auténtico.
Perduró, creció, se expandió.
Diez años pasaron.
Hoy es monte.
Semblanza al sembrador
«René no sólo sembró esta semilla, sino que sembró semillas en varios de nosotros», expresó Roberto Pacheco, del Inta EEA Bella Vista, colega y amigo del iniciador de este Festival Regional de Cine Rural, en el marco del ciclo Ventana de Festivales que se realizó en el Centro Cultural Universitario, donde se presentó esta nueva edición.
«Soy investigador, ingeniero agrónomo, en la parte comunicacional soy un cero a la izquierda. Pero fui muy amigo de René y con la calidez que tenía, nos embarcó a todos en este proyecto», relató.
«Lo que quería mostrar -pienso yo- es que el campo no es solamente vacas, soja, frutas y hortalizas, sino que detrás de todo eso hay personas que tienen cultura, sociedades, organizaciones, problemas como todos», siguió.
«Él pensó en las escuelas, en los niños y adolescentes para que mostraran sus vivencias, desde su lugar, el campo, y cómo se veían. Porque no es lo mismo ver algo, a verse en algo», precisó.
Pacheco se refirió a la labor que el Inta como un centro de investigación para el desarrollo, con una parte fundamental y única en comparación con otros institutos del mundo, que es la Extensión.
«Tenemos gente que trabaja con el productor para acompañarlo, ayudarlo a asociarse, mejorar su vida, no sólo en lo técnico sino también desde lo social. Darle la mano, compartir un mate, y escuchar sus historias y los problemas que tiene», explicó.
«Este festival es eso, es lo que pensó René y le encontró el hueco al mate al mostrarlo desde la vivencia de los chicos, que también son parte de la ruralidad», concluyó.