Con 33 años, deslumbra a los correntinos con el ritmo brasileño de sus sambas y baladas románticas.
¿Cómo nació tu historia con la música?
-Todo empezó cuando mi abuela me regaló a los 8 años una guitarra, que un cura primero le regaló a ella, pero como me veía tocando me la obsequió y ahí empecé a hacer mis primeros acordes. Después, a los 15, comencé a componer mis primeras canciones. Y la música brasileña siempre me atrapó, porque siempre que íbamos de vacaciones en familia era a Brasil. Y más que nada el ritmo de la samba, es algo muy agradable para escuchar.
Para los 20 años, me integré a una banda de música brasileña en Corrientes, como percusionista, ahí ya me di cuenta que era lo que más me gustaba. No estaba todavía decidido a esa edad si dedicarme al 100 por ciento, toqué tres años de percusionista pasaba al frente del escenario a cantar cuando me invitaba el cantante. Luego me separé de la banda, agarré un bolso y una guitarra, y me fui a Brasil durante dos años a jugármela para ver qué pasaba, y conocí a un productor. Vivía en la Favela, dormía en el piso, comía arroz solamente, tocaba a la gorra en los bares y restaurantes de la playa y me paraba al lado de las mesas. También me iba abajo del Pan de Azúcar, pero daba vueltas porque no me animaba a sacar el estuche de la guitarra y cuando lo hice, me pusieron los primeros cinco reales y me largué a llorar de emoción. Me preguntaban que hacía ahí, lejos de mi familia, amigos y todo, pero era ese sueño loco de ir por la música, de grabar, de pegar una canción, y que las personas escuchen mis canciones.
Cuando me volví para Corrientes, formé una banda como solista, éramos cuatro, después seis y así se fue formado. Arranqué con brasilero, cien por ciento repertorios, y para ese entonces ya tenía unas 15 canciones de mi autoría, que componía al ritmo de samba y baladas románticas. Ahí me decidí que quiero vivir de la música, se me creó ese sueño en mí corazón.
¿Qué te impulsó todo este tiempo?
-Lo que más me impulsó a seguir con mi sueño fueron las personas, por el cariño que recibí, por las devoluciones de mi letra y melodías porque se sentían identificadas y le llegaba mucho al corazón. Que te hablen en redes sociales para que te digan dónde pueden escuchar tu canción, es muy fuerte para un compositor y un soñador que quiere llegar allá arriba.
La gente me ayudó muchísimo, y agradezco demasiado. No tenía ni la canción grabada y me iba a cantar en una reunión o asado, sacaba la guitarra, tocaba un tema mío y me preguntaban de quien era, o me decían que linda melodía, y entonces me dije que algo hay, empecé a componer más y ahora alcanzo las 50 canciones mías.
¿Cuáles son tus sueños todavía?
-Me emociona mucho ver a multitudes cantando, me pasa cuando miró un recital en la tele y videos, y cuando la gente canta me llega demasiado. Y eso sería uno de mis mayores sueños, escuchar a miles de personas cantando mi canción y poder ayudar a mi familia. Y otra de las cosas que también quiero surgir con la música, que lo dije hace muchos años atrás, es ayudar a los que no tienen. Si llegó a pegar una canción, me va a facilitar y es una de las cosas que quiero hacer. Si tengo mucha plata el día de mañana es abrir merenderos y comedores, me encantaría.
¿Todavía no grabaste un disco?
-Grabé algunos demos de cinco canciones, que se fueron filtrando por Whatsapp, por Instagram, que la gente se mandaba. Solamente lancé una, que es Sonrío con su videoclip que está en Youtube, y Llena de Ti, una balada modo acústico. Ahora sí, después del programa de La Voz Argentina, vengo con todo para lanzar todas mis canciones con sus respectivos videoclips, y lo estamos trabajando.
¿Cómo se dio la participación en La Voz Argentina?
-Siempre mire el programa en casa y nunca me vi ahí, no pensé en ir tampoco, y que diga que tenga un sueño de ir a La Voz Argentina, nunca. Sinceramente no sé por qué, pero cuando trabajaba en un café de la ciudad, un cliente me dice si me enteré que está el casting en el teatro. Y ni enterado estaba, cerré el café ese día, me quedé pensado en eso, y me fui a probar qué onda, vine al departamento, agarré la guitarra, me cambié y fui. No le conté absolutamente a nadie, solamente lo sabía yo, fui y quedé en el primer casting, de los 12 quedamos dos para pasar a la segunda instancia en el primer piso del teatro, ahí es donde te ponen la cámara, te hacen preguntas y esa información va para Buenos Aires, para ver si quedás o no seleccionado para el programa.
Luego de dos semanas me llamaron para decirme que quedé, fue una locura, di una sorpresa de sus vidas a mi familia porque nadie sabía nada, solamente ese día que me llamaron les dije que vayan al departamento a las 22 para contarles algo, y pensaron que iba a hacer papá, que me iba de viaje de vuelta, cualquier cosa menos eso, y le saqué el cartelito cuando estaban todos adentro y mucha emoción, llanto y abrazos.
¿Qué te dejó tu participación?
-Se aprende de la manera profesional que trabajan ellos, eso sí se absorbe. Pero cuando uno sueña, quiere un propósito en la vida, si se puede. Si no parás, se puede llegar a lo que anhelás. Es imposible que no te llegue lo que vos pedís o querés, si vos no parás.
Con reconocimiento de Alexander Pires.
-Sinceramente eso para mí fue más fuerte que el programa porque es una persona que la admiro hace mucho tiempo de chiquito, y no tengo otro ídolo, es el mayor. No es que tengo un ídolo en Europa o Estados Unidos. Se dio una tarde que estaba ordenando el departamento, publico el video en mi Instagram, les etiqueté a los fans de él para que me ayuden hacerle llegar, también le pedí a mi gente que lo nombre en los comentarios. Y cuando me puse a ordenar, me bañé, salí y mi teléfono estaba explotando, diciéndome que Alexander Pires había subido. Entré, comenté, le di like, no podía creer porque esperaba que suba a su historia y lo comparta 24 horas, y después entro en la casilla de mensajes, y estaba su saludo de «gracias hermano», y me quedé hablando con él media hora, me pasó su contacto, y que cuando vaya para Brasil que le avise, una locura. Pero fue hermoso, no me voy a olvidar nunca en mi vida. Quien sabe de lo que se puede venir, porque todavía hablamos por Whatsapp.
También estás en los carnavales.
-A los carnavales fui por medio de Coqui Di Doménica, un chaqueño que toca trompeta, y Claudio Espíndola. Ellos fueron los que me llamaron para tocar percusión arriba del carro, y en los ensayos cantando, Coqui me escuchó, que ese entonces era el director de la banda, y me preguntó si me animaba a cantar, le dije que sin ningún problema. De 2010 para 2011 debuté como cantante, fui metiendo mi forma de ser, y nunca me disfracé ni nada arriba del carro. Se ve que a Coqui le gustó, a la gente, y también a los comparseros de Sapucay. Pero soy un poquito exaltado, y así se creó un cariño entre la comparsa. De a poco la gente, te va nombrando como un símbolo. Para mí, en los primeros tres años fue un trabajo, después ya me hice totalmente fanático de Sapucay, y ahora estoy hace 11 años.
¿Te dedicás a otra profesión?
-Si, ahora tengo un emprendimiento con mi papá, hacemos productos para decoración para las casas, muebles, entre otros. En Instagram nos pueden encontrar como @pardegom.
Si tenés que definirte cómo músico, ¿qué palabras utilizarías?
-Aparte de compositor, un soñador, bohemio, y nada más que eso.
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