La escasez de papel higiénico vivida durante el Covid-19 parece haber ayudado a reivindicar su espacio: solo durante el primer mes del confinamiento domiciliario, las búsquedas de la palabra bidé o bidet en Google se dispararon un 1.000% en el mundo.
Denostado durante décadas, el bidet necesitó una pandemia para recuperar su protagonismo y disparar sus ventas en algunos países; y puede que se esté oficialmente viviendo «el retorno del bidet». Suena a película de George Lucas, pero, ¿ha llegado la hora de renunciar al papel para limpiar nuestras partes íntimas y cambiarlo por el agua?, expresa un medio de comunicación extranjero.
Papel o no papel, he ahí el dilema. El debate se antoja acalorado. En principio, el planeta se posiciona a favor del bidet. Tema que al menos en Corrientes muchos parecen descuidarlo, especialmente quienes disponen de inmuebles para alquiler y con tal de sacar toda la ventaja posible al indefenso inquilino lo hacen con baños sin ese elemento sanitario, ya por espacios tan reducidos que nadie debe ingresar para que pueda entrar la luz del sol; o por ahorrarse -la mayor de las veces- el costo que va de los 120.000 pesos y hasta más, de acuerdo a la marca y «estirpe».
27 MIL ÁRBOLES
SE TALAN POR DÍA
Según la organización internacional ecologista WWF (World Wide Fund for Nature), unos 27.000 árboles en el mundo son talados cada día solo para fabricar papel higiénico; y acaban, por tanto, tirados por el retrete o engrosando las montañas de basura de los vertederos.
De hecho, globalmente, el papel higiénico utilizado sería suficiente para dar la vuelta al mundo cada dos minutos. Solo en España, informó eldiario.es, se gastan 690.000 toneladas, según Aspapel: unos 81 rollos por cabeza.
El problema: el papel higiénico cada vez es menos sostenible, ya que la inmensa mayoría está fabricado con pulpa virgen, obtenida de los bosques. “Debido a las llamadas tendencias ‘premium’ de consumo, las grandes marcas han reducido el uso de fibras recicladas: sin embargo, todo el papel higiénico debería contener fibras recicladas. Es un producto de usar y tirar que aguanta bien la fibra tratada, y no tiene sentido cortar árboles para fabricarlo”, explica Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de bosques de Greenpeace.
TAMBIÉN MEJOR
PARA TODOS
Pero parece que el bidé también es mejor para todos, señalan información de varios medios de Prensa. “En la batalla entre el agua y el papel higiénico, me inclino por el agua sin dudarlo”, afirma la uróloga Silvia Chillón. «El bidé es más saludable que el papel higiénico, y nos proporcionan una mejor higiene corporal,» añade la uróloga, “ya que el papel puede arrastrar gérmenes del recto, y provocar infecciones urinarias”.
Ahora bien, si se va a utilizar el papel, la uróloga explica que hay que hacerlo bien: “Esto es, de delante hacia atrás; de la vejiga hacia atrás”, un consejo aún más importante en el caso de las mujeres. ¿Y cuándo usamos el bidé? “Pues, cuando lo necesites, pero sin abusar; porque si te pasas, puedes dañar la flora”. Por eso, para Chillón la clave reside en la moderación, y en alternar.
A FAVOR DEL
LAVADO
Limpiarse «los bajos» con agua cobra sentido. Si se pisa una caca (de perro, pero abandonada por un humano) por la calle, el sentido común invita a lavar el zapato con agua. Además, “el bidé es más amable con tus genitales, porque el papel reseca”, incide la uróloga. «Si incorporas el remojón a tu vida, utilizarás mucho menos papel, por lo que tendrás tus genitales más hidratados».
SORPRESA:
MENOS AGUA
Y una sorpresa: el bidé puede ayudar a conservar el agua del planeta. Según la revista Scientific American, para fabricar un rollo de papel higiénico se gastan 140 litros de agua. En comparación, algunos bidés solo consumen 0,5 litros por descarga, sobre todo los mecanizados y más eficientes.
Otro argumento a favor del remojón de las partes nobles es su menor contribución al calentamiento del planeta: dejamos de cortar millones de árboles, usamos menos cloro para blanquear el papel, evitamos los embalajes de plástico y dejamos de mover tantos rollos de papel por rutas, que liberan dióxido de carbono (CO2) y óxidos de nitratos, entre otros, a la atmósfera.
Puede que el miedo a la escasez de papel higiénico durante la pandemia de Covid-19 haya disparado el retorno del bidé. Pero tanto la salud humana como la del planeta parecen haber sacado beneficio.
En conclusión, no importa si locatario, locador o propietario, para todos la salud y la economía deben considerarse por igual.