En el asentamiento del barrio Patono de la Capital, funciona un merendero sostenido por el trabajo de un grupo de vecinos que, a diario sale a recorrer las calles. Recolectan lo que para muchos es basura, botellas de vidrio, plástico, latas de aluminio, cartones y todo lo que se pueda reutilizar para venderlo y poder comprar carne, verduras, aceite y lo necesario para preparar una comida que cada sábado reparten a la gente de la zona.
El merendero se llama Un futuro sin hambre y son ocho las personas que trabajan a diario allí, aunque también se suman otras que deciden acercarse a colaborar. «Nosotros cobramos el Potenciar y esta es nuestra manera de trabajar y ayudar al barrio. Los martes y ahora también los jueves les estamos haciendo la leche a los chicos. Y los sábados, preparamos la comida para alrededor de 30 o 35 personas, con lo que juntamos de lo que reciclamos», dijo a EL LIBERTADOR, Rosa Leyes, una de las trabajadoras. Su hermano, Roberto Leyes es quien puso en marcha el merendero hace casi un año.
También contó que reciben una ayuda del Ministerio de Desarrollo Social para las meriendas. «Pero no queremos quedarnos de brazos cruzados y decidimos salir a reciclar para tener un fondo propio para hacer las comidas».
De los recorridos, dijo que tienen un carro y que se dividen en dos grupos. Unos salen a la mañana y otros a la tarde. «Vamos por distintos lugares y algunas personas ya nos conocen y nos separan las cosas. Juntamos botellas de plástico, de vidrio, las latas de alumnio, los cartones y también las sillas plásticas. Después venimos y separamos los productos, los limpiamos y llevamos a la chacarita», explicó Rosa.
Pero el compromiso no sólo se redujo a conseguir los insumos que ocupan cada semana. «Cuando empezamos, nos hacían falta las ollas. Así que hicimos rifas y así pudimos conseguir. La semana pasada hicimos un festejo por el Día del Niño. Entre todos pusimos para tener golosinas y armar unas bolsitas para los chicos. Nos rebuscamos para ir haciendo todo», remarcó.
De esta forma, combinando la voluntad de trabajo con el cuidado del medioambiente, cada semana hay un plato servido para los vecinos del lugar.
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