Es 18 de julio de 2003 y estás entrenando con el Seleccionado argentino, cumpliendo un sueño en el que todos desearían ubicarse. La Plata, a horas de viajar a Buenos Aires… Una llamada pone fin a su ilusión y las tres mujeres más importantes que conocía dejaron de existir en menos de lo que se apaga un televisor.
Llantos, desolación, incertidumbre, por más que busquen adjetivos, ninguno abrazará el sentimiento que encontró ese día el prometedor alero de melena rubia y mirada angelical, pero atrevida.
Un accidente había sido el motivo del trágico suceso y la vida volvió a asestarle otro golpe que ninguna otra persona en el mundo podría superar. Aunque él no era como el resto y resiliencia era su segundo nombre. ¿Cómo consiguió sobrevivir? En su historia, la respuesta.
Walter nació en Venado Tuerto, Santa Fe, un 26 de junio de 1979 y la descendencia alemana de su linaje pesó fuerte a la hora de sumar centímetros y decantarse por un deporte que premia a quienes más altos desarrollan sus árboles.
«Siempre tuve una naranja en las manos para picar contra el piso e intentar anotar en un aro». No había otro camino para el hijo de Héctor Herrmann y María Cristina Heinrich. El primogénito del matrimonio luego vio nacer a sus dos hermanas, Bárbara y Jorgelina, y el amor sería el denominador común en su vida y en la de sus seres queridos.
Poco a poco fue generando repercusión y el 5 de abril de 1997 todos se aprendieron su nombre cuando debutó en la Liga Nacional de la mano del legendario Olimpia de Venado Tuerto, el equipo de su ciudad que fue sensación en la época a nivel nacional e internacional.
Cinco puntos y una bomba loca de tres puntos fueron el saldo de ese primer encuentro con la fama y se mantuvo en el plantel por cuatro temporadas en las que consiguió títulos personales como el de ser elegido el mejor en el concurso de volcadas del torneo nacional y la revelación del certamen en la 1998/99.
De disputar apenas seis partidos en la temporada 1996/97 a comenzar a romperla con medias de 18,3 puntos en su última campaña en Olimpia, la cabellera de Herrmann daba cátedra y todo comenzaba a quedarle chico, al igual que su ropa tras cada estirón de centímetros.
En el 2000 llegó la hora de probarse a sí mismo y partió para otro poderoso equipo, Atenas de Córdoba. En el suelo del fernet irrumpió con fuerza y se quedó con el premio al mejor de la Liga Nacional en su primera temporada en el conjunto para luego coronarse MVP de las finales en el título del Griego en la 2001/02, con Europa respirándole en la espalda.
Jabones Pardo Fuenlabrada fue quien puso el sello y el 16 de octubre de 2002, una vez conseguida la nacionalidad española, Herrmann se incorporó al equipo europeo.
Estaba en el mejor momento de su carrera. Nada podía salir mal. Pero la ley de Murphy apareció y todo lo malo se incrementaría en un par de atardeceres.
Había sido incluido en el Draft de la NBA en 2001 y a pesar de que no fue seleccionado en ese momento, los Blazers llegaron a otorgarle una invitación para una prueba, aunque ese es otro cuento.
Resulta que su contrato en España tenía una cláusula de rescisión de un millón de dólares, la cual rechazó ante la falta de una oferta firme y tras un consejo de su hermana de que se quede en Europa decidió hacerle caso y no arriesgarse.
Mientras jugaba en el Viejo Continente, en medio de todo eso, quiso tomarse una semana para volver al país a despejarse y porque extrañaba a sus seres queridos. Muchos de esos días (la mayoría) los pasó con su mejor amigo de toda la vida, pero al volver a Málaga se enteró de lo peor. Su compañero fiel se había suicidado…
«Tuve un palo fuerte en 2002. Tenía a mi mejor amigo, estaba jugando en Córdoba y hago contrato con el Fuenlabrada que es un equipo que queda en Madrid, España. Estoy tres o cuatro meses, me extrañaba y quería volver. No deseaba seguir allá. Hablé con el presidente del club, coincidió una semana que no había Liga. El técnico me dice ‘regresá a Argentina, cargá pilas y volvé’. Yo era la figura del conjunto. Era una cosa rara que a alguien que le vaya tan bien se quiera ir. Me dan una semana libre. Mi mejor amigo le pide al padre la semana libre para estar conmigo. Tenía 23 años. Estamos toda la semana de fiesta, para un lado, para el otro. Fuimos a Córdoba, hasta el último sábado que salimos de joda en Venado. El 24 de noviembre estuvimos juntos, todo bien, todo perfecto. Ese domingo lo dejo en la casa y me iba para Ezeiza. Cuando llego a España, yo en ese momento estaba de novio con una chica argentina que estaba viviendo allá. Arribo y la veo con una cara rarísima. Cuando la miro, digo ya está… Sebastián se peleó con el padre, pasó algo. ‘Llamá’ me dice. Me insistió tanto, se largó a llorar. Me comunico y se había suicidado. Pasó la semana conmigo… Era como mi hermano. La pasé muy mal en ese momento», explicó Walter en una nota en Telefé.
UN ACCIDENTE QUE
LE CAMBIÓ LA VIDA
Pocos meses después fue citado para competir en el seleccionado argentino y lo que parecía un pozo terminó siendo un tornado.
18 de julio de 2003, una fecha que quizás Walter nunca olvide.
Un accidente puso fin a las vidas de su novia, la nadadora María Yanina Garrone, su mamá, María Christina Heinrich, y su hermana menor, Bárbara.
«Sabía que iban de visita a la casa de la familia de mi novia. Ese día me tomé una siesta y me levanté a las seis de la tarde y llamé a la casa de mi novia. Me enteré solo sobre mi novia. No supe sobre las demás. Se me hizo un nudo en la garganta y lo destruí todo en la habitación del hotel. Llegué a Buenos Aires y me encontré con mi otra hermana, a eso de las dos de la madrugada. Tomé el carro y manejé 200 kilómetros hasta el pueblo donde vive la familia de mi novia. Me quedé dos horas en el velorio. Todo pasó muy rápidamente», recordó en una entrevista de la época para Espn.
Volvió a España y cuando la mayoría se derrumbaría, él encontró una fuerza interior inverosímil y simplemente fue el mejor de todos. Esto le valió otra convocatoria al Seleccionado nacional que buscaría la medalla en los Juegos Olímpicos de 2004.
Un año después de la tragedia de sus tres mujeres más queridas, logró 37 puntos ante Brasil para que la Argentina se quede con el Sudamericano y les propine su primera victoria a domicilio a los vecinos, algo que no pasaba desde 1935.
OTRO GOLPE
TREMENDO
A pesar de que no había podido dormir la noche anterior, lo que pasó después ya sonaba a una broma de mal gusto. Al llegar al hotel luego del partido se enteró que su padre falleció de un paro cardíaco… «Fue fulminante. No sufrió», dijo Herrmann en Espn.
Nadie pensaba que aceptaría la convocatoria para Atenas 2004, pero él solo quería mirar hacia adelante y dio el sí para la sorpresa de todos. En el olimpo del básquet fue clave en el juego ante Grecia y al final del certamen se colgó la de oro mirando al cielo para el agrado de quienes lo apoyaban desde arriba y lo acompañaba en cada paso hacia el éxito.
La NBA eventualmente volvió a golpear su puerta y en 2006, dos años después de aquella gesta, llegó a los Bobcats. Entre esa franquicia y Detroit transcurrió su etapa en Estados Unidos hasta 2009, pero nunca logró tener continuidad y regresó al Viejo Continente con celeridad.
Se fue, partió, se retiró, se ató los cordones de nuevo y hasta la 2018/19 jugó profesionalmente. Atenas fue su último adiós, aunque nunca se sabe cuándo otra vez aparecerá. El deseo de verlo una temporada más siempre está, pero solo él sabe si la utopía se destrozará.
ENSEÑANZA:
JAMÁS RENDIRSE
La vida lo golpeó, pero nunca lo derrumbó. Siempre siguió y nunca se frenó. Lo malo, al fin, ya pasó. Cuando piensen que uno está en el abismo, recuerden a Walter. Jamás se rindan, jamás.
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